DATOS HISTÓRICOS DE LA IGLESIA Y EL PAPADO (Primera Parte)
Constantino I El Grande y Flavio Teodosio
En las últimas fechas, y por razones obvias, nos están llegando, a través de los medios de comunicación, una serie de datos relativos a la elección del Papa de Roma. Creemos saber todos que esos datos se tratan de cuestiones o protocolos muy antiguos, pero en absoluto son acciones o ritos que daten desde la existencia misma del cristianismo; son posteriores, y los datos históricos, en esta ocasión, no se pierden en el tiempo. Trataremos este asunto de una manera muy esquemática, y si quieren saber más hay grandes y prolijos autores.
Todo miembro de la Iglesia Romana debería de familiarizarse, como mínimo, con los hechos históricos elementales de ésta. Es imposible entender el estado actual del Cristianismo (en general) si no es a la luz de la historia. Su ignorancia solo es comparable al desconocimiento que también existe de la Biblia. Con esto no pretendo cuestionar las convicciones religiosas de nadie, Dios me libre, simplemente quiero dejar una modesta constancia de una serie de acontecimientos que forman parte de una realidad veraz.
En primer lugar señalaremos que la Iglesia se funda bajo el Imperio Romano, y son sus emperadores quienes a través de los tiempos persiguen o toleran el cristianismo hasta que terminan convirtiéndolo en el credo oficial y obligatorio. De hecho, es innegable que el primer evento importante de la Iglesia es la cristianización romana. Sin duda, los protagonistas de dichas situaciones tuvieron una intencionalidad política, y dadas las convicciones y acciones de los mismos, podemos observar que en las menos de las ocasiones se dejaron llevar por preceptos que ni siquiera en la época que trataremos existían. Pero de eso ya hablaremos.
En los tres primeros siglos posteriores al advenimiento y muerte de Jesús, el Cristianismo fue propagándose al mismo tiempo que era perseguido. Unas veces en menor grado (Trajano, Adriano, Antonino Pio…), otras de forma muy severa (Nerón, Domiciano, Septimio Severo…), y otras con verdadera saña (Decio, Valeriano, Diocleciano). Este último fue quien protagonizó la última gran persecución.
Todo cambia a partir de una fecha y una persona; el 27 de octubre de 312 y Constantino I el Grande, entonces Augusto del Imperio Romano Occidental. Este Emperador tuvo un presagio previo a la batalla del Puente Milvio, donde se enfrentó a su rival Majencio. Tuvo una visión según la cual vio en el cielo el signo de la cruz y sobre ella las palabras IN HOC SIGNO VINCES (Con este signo vencerás). Lo mandó pintar en los escudos de sus soldados y lo tomó como estandarte dándole en nombre de LÁBARO. Cabe señalar que Constantino I era pagano y rendía culto a Sol Deus Invictus.
En el año 313, junto a Augusto de Oriente (Licinio), promulga el Edicto de Milán por el cual se dio “a los cristianos y todos los demás plena libertad de seguir la religión que quisieran”. A partir de ese momento, si bien el cristianismo no era la religión oficial, si la favoreció de forma notoria. De este apartado hablaremos en otro capítulo (Parte 2 Edictos y Concilios).
Posteriormente, en el año 325, el Emperador convoca y preside el Concilio Ecuménico de Nicea (actual Izmik en Turquía). Parece ser que asistieron unos 300 obispos entre los que no se encontraba Silvestre I, Obispo y no Papa de Roma, ya que a pesar de los datos que da la propia Iglesia, el papado es posterior y de ellos hablaremos más adelante (Parte 3 Orígenes del papado). La controversia Arriana fue lo más delicado de esta reunión, dirigiendo el Emperador de forma muy activa las discusiones. También, a partir de ese concilio, podemos decir que lo más importante, como resumen, es lo que resulta de él; el catolicismo.
Flavio Teodosio (Cauca, Hispania 346 – Milán, 395), Emperador romano que impuso el catolicismo como religión oficial y dividió el Imperio entre Oriente y Occidente.
En 388 envió un prefecto a Siria, Egipto y Asia Menor con el propósito de disolver asociaciones paganas y destruir sus templos. El “Serapeum”de Alejandría fue destruido durante esa campaña. En una serie de decretos llamados los “Decretos Teodosianos”, progresivamente declaró que aquellas fiestas paganas que no se hubieran convertido en fiestas cristianas serían entonces días laborables (año 389).
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