EL BLOG DE JAVIER

DÍA 11 DE SEPTIEMBRE DE 2013.



domingo, 7 de abril de 2013

DATOS HISTÓRICOS DE LA IGLESIA Y EL PAPADO  (Primera Parte)
Constantino I El Grande y Flavio Teodosio


En las últimas fechas, y por razones obvias, nos están llegando, a través de los medios de comunicación, una serie de datos relativos a la elección del Papa de Roma. Creemos saber todos que esos datos se tratan de cuestiones o protocolos muy antiguos, pero en absoluto son acciones o ritos que daten desde la existencia misma del cristianismo; son posteriores, y los datos históricos, en esta ocasión, no se pierden en el tiempo. Trataremos este asunto de una manera muy esquemática, y si quieren saber más hay grandes y prolijos autores.


Todo miembro de la Iglesia Romana debería de familiarizarse, como mínimo, con los hechos históricos elementales de ésta. Es imposible entender el estado actual del Cristianismo (en general) si no es a la luz de la historia. Su ignorancia solo es comparable al desconocimiento que también existe de la Biblia. Con esto no pretendo cuestionar las convicciones religiosas de nadie, Dios me libre, simplemente quiero dejar una modesta constancia de una serie de acontecimientos que forman parte de una realidad veraz.

En primer lugar señalaremos que la Iglesia se funda bajo el Imperio Romano, y son sus emperadores quienes a través de los tiempos persiguen o toleran el cristianismo hasta que terminan convirtiéndolo en el credo oficial y obligatorio. De hecho, es innegable que el primer evento importante de la Iglesia es la cristianización romana. Sin duda, los protagonistas de dichas situaciones tuvieron una intencionalidad política, y dadas las convicciones y acciones de los mismos, podemos observar que en las menos de las ocasiones se dejaron llevar por preceptos que ni siquiera en la época que trataremos existían. Pero de eso ya hablaremos.


En los tres primeros siglos posteriores al advenimiento y muerte de Jesús, el Cristianismo fue propagándose al mismo tiempo que era perseguido. Unas veces en menor grado (Trajano, Adriano, Antonino Pio…), otras de forma muy severa (Nerón, Domiciano, Septimio Severo…), y otras con verdadera saña (Decio, Valeriano, Diocleciano). Este último fue quien protagonizó la última gran persecución.


Todo cambia a partir de una fecha y una persona; el 27 de octubre de 312 y Constantino I el Grande, entonces Augusto del Imperio Romano Occidental. Este Emperador tuvo un presagio previo a la batalla del Puente Milvio, donde se enfrentó a su rival Majencio. Tuvo una visión según la cual vio en el cielo el signo de la cruz y sobre ella las palabras IN HOC SIGNO VINCES (Con este signo vencerás). Lo mandó pintar en los escudos de sus soldados y lo tomó como estandarte dándole en nombre de LÁBARO.  Cabe señalar que Constantino I era pagano y rendía culto a Sol Deus Invictus.

En el año 313, junto a Augusto de Oriente (Licinio), promulga el Edicto de Milán por el cual se dio “a los cristianos y todos los demás plena libertad de seguir la religión que quisieran”. A partir de ese momento, si bien el cristianismo no era la religión oficial, si la favoreció de forma notoria. De este apartado hablaremos en otro capítulo (Parte 2 Edictos y Concilios).


Posteriormente, en el año 325, el Emperador convoca y preside el Concilio Ecuménico de Nicea (actual Izmik en Turquía). Parece ser que asistieron unos 300 obispos entre los que no se encontraba Silvestre I, Obispo y no Papa de Roma, ya que a pesar de los datos que da la propia Iglesia, el papado es posterior y de ellos hablaremos más adelante (Parte 3 Orígenes del papado). La controversia Arriana fue lo más delicado de esta reunión, dirigiendo el Emperador de forma muy activa las discusiones. También, a partir de ese concilio, podemos decir que lo más importante, como resumen, es lo que resulta de él; el catolicismo.


Flavio Teodosio (Cauca, Hispania 346 – Milán, 395), Emperador romano que impuso el catolicismo como religión oficial y dividió el Imperio entre Oriente y Occidente.

 Teodosio era cristiano católico, es decir, fiel a la doctrina de Atanasio adoptada como línea ortodoxa desde el Concilio de Nicea de 325. Su política religiosa consistió en afirmar el cristianismo de dicho Concilio mediante el Edicto de Tesalónica el 24 de noviembre de 380, ratificando formalmente la decisión adoptada por Constantino en el Edicto de Milán de 313. Fue él quien adoptó el catolicismo como religión del Imperio, prohibiendo el arrianismo (doctrina cristiana de los seguidores de Arrio) muy extendida en oriente. No obstante, su actitud inicial fue más conciliadora hacia los paganos, pues trató de mantener un equilibrio en su administración entre cristianos y paganos. Sin embargo, con el tiempo, erradicaría los últimos vestigios del paganismo con gran severidad. Su primer intento de dificultar el paganismo fue en 381 cuando reiteró la prohibición de Constantino del sacrificio.

En 388 envió un prefecto a Siria, Egipto y Asia Menor con el propósito de disolver asociaciones paganas y destruir sus templos. El “Serapeum”de Alejandría fue destruido durante esa campaña. En una serie de decretos llamados los “Decretos Teodosianos”, progresivamente declaró que aquellas fiestas paganas que no se hubieran convertido en fiestas cristianas serían entonces días laborables (año 389).

 Por decreto de 391, Teodosio acabó también con los subsidios que aún se concedían a algunos restos del paganismo civil greco-romano. El fuego eterno en el Templo de Vesta en el Foro Romano fue extinguido, y las Vírgenes Vestales fueron disueltas. Miembros paganos del Senado en Roma apelaron a él para restaurar en Altar de la Victoria; él se negó. Después de los últimos Juegos Olímpicos de 393, Teodosio los canceló al calificarlos de paganos, se acabó así con el cálculo de las fechas por Olimpíadas. Ahora Teodosio se representó a sí mismo en las monedas sosteniendo el LÁBARO (estandarte de Constantino).

 En mayo de 381, Teodosio convocó en nuevo Concilio Ecuménico en Constantinopla para reparar en cisma entre oriente y occidente sobre la base de la ortodoxia nicena. El Concilio se proponía fijar la ortodoxia, incluyendo a la misteriosa Tercera persona de la Trinidad, el Espíritu Santo. El Concilio también condenó las herejías Apolonia y macedonia, clarificó las jurisdicciones eclesiásticas según las fronteras civiles de las diócesis y decidió que Constantinopla era la segunda en precedencia respecto a Roma.

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